La Patria es mi divisa, suena en los cuarteles del Ejército, de la Marina, de la Aviación y de la Policía Nacional. Pero, en verdad, no es la Patria que les interesa. Es el dinero, y el Poder para delinquir. Ahí tenemos una generación de militares que olvidaron defender la Constitución, símbolo máximo de una Democracia, a cambio de millones de dólares extorsionados al país.
Y esto no es ocasional ni reciente. Es una costumbre bien instituida desde el inicio de la República. Las Fuerzas Armadas han tenido y tienen el mando del país, pero solamente ha servido para doblar el espinazo ante el capital extranjero, ante coimas y propiedades a montón. ¿Y la Patria? Es solo una divisa, sin contenido, sin moral, sin respeto. Actúan en contra de quienes deberían defenderlo: un pueblo que paga su formación para, al final, esquilmarlo.
¿Y el VRAEM, la coca, las secuelas de sendero? Un circo armado para delinquir. Y como el botín es gordo, ninguna de las instituciones de las fuerzas armadas y policiales está ausente en el reparto. La droga y la subversión es el negocio más rentable de estas instituciones. Si sus representantes, que están “formados” para defender la Patria, la Constitución y los límites territoriales, actúan de esa manera, ¿qué esperar del resto?
La población lo sabe, pero está maniatada, acostumbrada y pervertida, por “políticos” que les prometen acabar con la delincuencia y la corrupción. Una población a la cual la Constitución le obliga depositar su voto en favor de uno dentro todos los corruptos. Los medios de comunicación se encargan de preparar el circo, y el Jurado Nacional de Elecciones promete “elecciones limpias”. ¿Será verdad?
Todos sabemos que las decisiones y normas del Jurado Nacional de Elecciones se venden al mejor postor. Aparecen “partidos políticos” inscritos en el JNE sin siquiera haber buscado una sola firma; políticos corruptos que el pueblo los revoca, y el JNE los repone en el cargo.
Ya no hablemos del Poder Judicial, en donde terminan todas las esperanzas de las comunidades campesinas, de los ciudadanos de a pie, de la primacía de la Ley sobre el crimen y la corrupción. Son los primeros en confabularse con el Dinero para saquear las cooperativas azucareras, vender por pedazos el país, al mejor postor. Y este “poder judicial” en contubernio con las Fuerzas Armadas y el Ministerio de Relaciones Exteriores, a cambio de prebendas, sigue “perdiendo” litigios y fallos de la Haya, para reducir la superficie de la Patria que, dicen, amar.
Ante tanta podredumbre y deslealtad, los ciudadanos optan por elegir a un Presidente de la República que les promete devolver el honor, su Patria y su Constitución. Lastimosamente, hasta ahora, sigue siendo un señuelo para engatusar a los incautos, y seguir robando, asesinando y vendiendo el país. Para colmo, se imponen una Constitución que les impide tomar las riendas del país, y generar una dinámica de desarrollo que favorezca a las mayorías nacionales.
Nuestras instituciones “democráticas” que deberían servir y proteger al ciudadano, son utilizadas únicamente para servir y proteger a criminales, delincuentes, corruptos, que se encuentran en las riendas de estas instituciones.
No obstante, es bien sabido que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo aguante. Esto terminará pronto. Y todas estas instituciones, corruptas hasta la médula, deben ser eliminadas. No tienen salvación. No se trata de “mejorarlas”. Es urgente crear nuevas instituciones que se encuentren en una plena relación con los ciudadanos de a pié.
Por lo tanto, no más centralismo, que corrompe y corroe todo. No más Poder a las alturas. Todas las instituciones deben ser horizontales, elegidas directamente por el pueblo, sin pasar por partidos políticos igualmente corruptos, sean de izquierda como de derecha. La poda debe estar a la altura del problema. Ataquemos a la raíz del mal.
Incuestionablemente, la raíz del mal se encuentra en la Repartición Individualista del resultado de la actividad económica, que forma a los ciudadanos a buscar el dinero como el Dios supremo. Y este comportamiento perdura en el tiempo a través de la propiedad privada individual que se ha convertido en la mejor norma de valor y filosofía de vida.
La solución se encuentra en instituciones que generen otros comportamientos, tales como el Tribunal por Jurados en lugar del Poder Judicial, la Seguridad de Proximidad en lugar de las Fuerzas Armadas y Policiales, la Asamblea Vecinal en lugar del Poder Legislativo y, un Jefe de Estado que no haga obras ni dicte leyes. Se debe separar la economía de la política.
Todas estas nuevas instituciones se sustentarán en un modelo socio-económico alternativo al capitalismo, cuyo eje principal es la Repartición Igualitaria de la totalidad de las utilidades de las empresas-país. Será la hora de la propiedad privada colectiva.
Ferreñafe, 18 de agosto del 2015
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