¿Y cuál es el problema que abordo en este libro? El problema lo podemos dividir en dos áreas de malestar. La primera se refiere a los dos grandes males de nuestros tiempos modernos: la pobreza y el desempleo. Resumido, diríamos que se trata de las grandes desigualdades socio-económicas como el que nuestros hermanos de los Andes y de la Amazonía viven sin ingresos monetarios, en casuchas sin agua potable, luz, servicios higiénicos…, mientras que en Lima, algunos limeños (muy pocos), viven en mansiones, baños con grifería en oro, empleados de servicio, choferes, carros último modelo…
La segunda área del problema tiene que ver con el atraso en las formas de trabajar de cientos y miles de años como la recolección, caza y pesca al interior de la selva, la agricultura a chakitaklla, arados jalados por bueyes (en las partes andinas), industrias terciarias y dependientes en las grandes ciudades, o las industrias-enclave como la minera. A ello se agrega una alta tasa de desempleo y una abundante economía informal.
Un cuadro de vida que sumerge a pobres y ricos a vivir en países llamados del Tercer y Cuarto Mundo. Los ricos podrán tener dinero pero están obligados a vivir en zonas acuarteladas, enrejados, con vigilancia permanente y sin poder escapar a los atentados, asaltos, rescates, drogadicción, prostitución y otros males de una sociedad desequilibrada, abusada, sin futuro, en donde todos sus miembros sufren, de una u otra forma.
¿Cuál es el origen del problema? Mis investigaciones me orientan a señalar que el origen de todos estos males de sociedad radica en la Repartición Individualista. Es decir, en que el 100% del resultado neto de la actividad económica se orienta, única y exclusivamente, al propietario de la empresa o a sus accionistas. La casi totalidad del esfuerzo de un pueblo se concentra en poquísimas manos (menos del 1% de la población total).
Pero el asunto no queda ahí. Resulta que este tipo de repartición ha generado un mecanismo de succión ascendente del valor agregado a nivel mundial, que lo llamo Configuración Mundial. Este mecanismo facilita que casi todo el esfuerzo de los pueblos del mundo sea acaparado por los accionistas de las grandes empresas multinacionales (1). Esto explica por qué millones de empresarios, a lo largo y ancho del mundo, a pesar del gran esfuerzo desplegado, no “sacan ni para el té” (mayormente los microempresarios y la economía informal). La situación de los trabajadores y desempleados es indudablemente peor.
Los efectos perversos de estos mecanismos aparecen desocupación, desocupación, marginación, pobreza, desnutrición, analfabetismo, depredación de recursos naturales…; países desarrollados, subdesarrollados; millonarios del Tercer Mundo y millonarios del Primer Mundo.
¿Cómo resolver esta problemática aparentemente complicada?
Lo primero que tenemos que comprender es que, desde hace más o menos seis siglos se ha impuesto una forma de trabajar que se desarrolla a través de los intercambios en precios expresados en unidades monetarias. Por un lado, los intercambios generan mercados (economía de mercado) y, por otro lado, cada bien físico tiene su contrapartida monetaria. (economía financiera). El dinero se ha convertido en un elemento insustituible de la actividad económica.
La alternativa de solución se funda en esa realidad. Entonces, la propuesta es generar una economía de mercado a dos sectores. Clasificamos en el primer sector a todas las empresas existentes actualmente, y tenemos la tarea de crear el otro sector de la actividad económica. Este segundo sector, destinado a ser el sector hegemónico, es el que debe portar todos los mecanismos que nos deben conducir a la gran Transformación.
Las empresas que debemos crear en el segundo sector son exactamente iguales a las actualmente existentes, con una sola y fundamental diferencia. El total de sus utilidades serán distribuidas entre todos los habitantes del país, en partes iguales. Así nace la Remuneración de Base de todos y cada uno de los habitantes del país.
Entonces, las utilidades del sector a crear pertenecerán al país porque quien financia las empresas es el país. Y por consiguiente, tales empresas serán las empresas-país.
Las empresas-país, a través de un sui generis Contrato de Trabajo, por un lado, permitirán incrementar aceleradamente el salario mínimo de sus trabajadores hasta alcanzar el estándar internacional de los salarios mínimos (alrededor de 3,500 soles mes). Por otro lado, y en primera instancia, las empresas-país estarán orientadas a producir los Bienes de Necesidad Básica que requiere la mayoría de la población (vivienda, salud, educación, transporte, seguridad…).
Es decir, todo el valor agregado por las empresas-país (salarios + utilidades) serán lanzados al consumo, con lo cual el país puede alcanzar una tasa de crecimiento del PBI muy superior a las mejores del mundo.
Pero, ¿de dónde saldrá el financiamiento de las empresas-país?
El financiamiento de las empresas-país no provendrá ni de las personas, ni de los trabajadores, ni del presupuesto público, ni del endeudamiento. Resulta que, en tiempos modernos de economía de mercado, cada país tiene su Príncipe. Es él quien se encarga de emitir dinero en la cantidad suficiente para que la actividad económica se desenvuelva normalmente. Es esta condición la que nos permitirá contar con un financiamiento ilimitado y gratuito para la generación de empresas-país y todos sus proyectos de inversión, sea cual fuere el monto requerido.
El financiamiento es ilimitado por la naturaleza del Príncipe. No olvidemos que Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, ha utilizado su condición de Príncipe para sacar del sombrero cerca de un billón de dólares para resolver parcialmente su crisis del 2008. Enseguida, todos los jefes de Estado de Europa y Asia han hecho lo mismo. Y no es la primera vez que lo hacen, ni será la última.
Y el financiamiento es gratuito para todo aquel que demande la creación o desarrollo de una empresa-país, porque dicha empresa y sus utilidades seguirán perteneciendo al país. Este mecanismo facilitará crear empresas-país ahí donde la población la requiera.
La expansión de empresas-país eliminará el desempleo y disminuirá grandemente, en términos reales, la pobreza. Pero, para que la pobreza se elimine se requiere de la instalación acelerada del Proceso de trabajo de concepción. Una nueva forma de trabajar que ofrece un alto valor agregado y, por ende, el mejor cuadro de vida a nivel mundial. Los países del Norte ya lo están utilizando.
Con los mecanismos anotados superaremos el atraso, y eliminaremos la desigualdad socio-económica no solamente al interior del país, sino con relación al resto del mundo.
Y no es una tarea a nunca acabar. Líneas abajo muestro, por ejemplo, que sólo con la ayuda del presupuesto público podemos, en 6 años, eliminar el desempleo.
Son retos al alcance de la mano. No son utopías. Solamente es necesario conocer los mecanismos de la economía, porque existen condiciones financieras para iniciar la gran Transformación.
(1) El 0,16 por ciento de la población mundial se apropia ya del equivalente al 66 por ciento de los ingresos mundiales anuales. (NAVARRO Vincenç et al. [2011] Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, Ediciones Sequitur, Madrid p. 64)
Ferreñafe, 15 de setiembre del 2012
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